UN
MUÑECO DE NIEVE MUY ESPECIAL
Los
niños del C.P. Llerón-Clarín hicieron un muñeco de nieve en el patio tras la
gran nevada que cubrió Mieres. Sólo estaban nueve alumnos porque los demás no
pudieron venir al colegio.
Para
hacerlo utilizamos recogedores, como si fuesen palas para ir haciendo el montón
de nieve. Nos costó trabajo moldear el muñeco y sobre todo la cabeza porque la
nieve estaba helada y no podíamos juntar la nieve, se deshacía.
Le
pusimos bufanda azul, botones rojos y dorados, gorro verde, ojos de tapones
azules, nariz de rotulador amarillo y boca de tapón naranja. Quedó muy
simpático. Su cuerpo parecía una capa y decidimos llamarle Capotín.
Lo
dejamos allí solito y en zona de sombra
para que no se derritiera y nos fuimos a casa.
Esa
noche hacía mucho frío y Capotín se sentía solo y triste y se puso a llorar.
Marcelino y Lisa, nuestros ratones mascota, cuando se pusieron a entrar al cole
como todos los días, oyeron llorar a alguien y con su fino olfato y agudo oído descubrieron
al muñeco de nieve en el patio.
Se
acercaron a él y se pusieron a hablar, Capotín les explicó quién era y por qué
estaba allí. Los ratones que eran muy curiosos, recorrieron al muñeco de arriba
abajo y les gustó mucho, aunque estaba un poco frío. Le dijeron que estaba muy
bien hecho y que no debía llorar, que esa noche no estaría solo porque ellos se
quedarían con él. Su cara cambió, dejo de llorar y comenzó a sonreir.
De
repente el muñeco empezó a desprenderse del suelo, como si cobrase vida, y les
dijo a Lisa y a Marcelino que si les apetecía vivir una aventura, hacer un
viaje volando. Tras mirarse uno a otro sorprendidos dijeron que sí, ya que
ellos como no podían volar, nunca lo habían hecho.
Capotín
les mandó subirse uno en cada brazo y… ¡¡a volar¡¡¡. Lisa y Marcelino se morían
de risa, de frío, se mareaban a veces, pero les encantó ver tan de cerca las
estrellas y contemplar las ciudades desde el cielo.
El
muñeco quiso darles una sorpresa y los llevó muy, muy lejos, al Polo Norte, a
la fábrica donde Papá Noël hace los juguetes. Los ratones quedaron maravillados
con los duendecillos trabajadores que casi eran tan pequeños como ellos y que
hacían aquellos juguetes tan bonitos.
Cuando
empezaba a amanecer, el muñeco los llamó y les dijo que se dieran prisa que
tenían que volver al colegio y les esperaba un largo viaje. Volaron con rapidez
y al aterrizar, Capotín estropeó un poco su nieve, quedó algo espachurrado y
perdió el sombrero y la nariz.
Cuando
los niños llegaron al cole, lo volvieron a colocar y le pusieron los
complementos que le faltaban y Lisa y Marcelino se pasaron buena parte de la
mañana durmiendo. Cuando despertaron se alegraron mucho de haber conocido al
muñeco de nieve que habían hecho los niños y recordaron la mágica aventura que
habían vivido.
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