EL
RATÓN MARCELINO
Marcelino era un ratón gris, suave y pequeño, que nació en un
agujero de una pared que estaba cerca de nuestro colegio. Tenía cinco hermanos de su
misma edad y todas las mañanas salían a buscar comida cerca de su casa.
Un día Marcelino encontró unas migas de pan que le gustaron
mucho, estaban en el patio del colegio y les habían caído a los niños cuando
comieron el bocadillo en el recreo. A partir de entonces todos los días iba
allí a almorzar. Mientras comía, escuchaba lo que se decía dentro de la clase,
ya que la ventana estaba abierta y … poco a poco empezó a interesarse por lo
que allí ocurría.
Pero tenía un problema: no sabía cómo poder entrar en el aula.
Pensó y pensó y por fin decidió esconderse en el bolsillo del mandilón de un
niño que en ese momento estaba agachado recogiendo una peonza. Se mantuvo muy
quieto para que nadie le descubriese y chafase sus planes.
Una vez que llegó al aula saltó y se escondió detrás de las
alfombrillas de picar con punzón. Desde allí podía verlo todo, estar calentito
y a su vez no ser visto. Se fijó en los muebles, los juegos, los libros, pero
lo que más le llamó la atención fueron los niños, ¡qué listos eran!
Le encantaba como los niños aprendían a leer y a escribir, y
disfrutaba escuchando unos cuentos fantásticos que contaba la profesora. También
los veía sumar y restar y, poco a poco él también lo fue haciendo y aprendió
tanto como ellos.
Con el tiempo se convirtió en un ratón sabio y decidió abrir
un colegio para ratones, siendo sus hermanos los primeros alumnos que tuvo. Alcanzó mucho éxito y el colegio se hizo famoso.
Los niños de primero nunca vieron a Marcelino, pero cuando se
acabó el curso les escribió una carta dándoles las gracias por todo. También
les hizo un dibujo de sí mismo que es éste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario